jueves, 26 de junio de 2014

SUCEDIÓ AYER MISMO.

Ayer por la mañana, andaba yo por mi casa, querría decir, tranquilamente, pero, en realidad no, en realidad no estaba tranquila, estaba pensando: "se me acaba el paro, se me acaba el paro" y me llamaron de una oferta de empleo.
Fue increíble, una gran experiencia personal, digna de poner aquí, desde luego tiene su mérito. Era para un puesto temporal, y pensé: "mira, mi especialidad". Tras contestar unas preguntas en español y una en inglés. Me citan para la entrevista. ¡Ese mismo día, dos horas después! y es que los seleccionadores de personal, están cogiendo una costumbre más mala, de citar para el día que llaman...
Así, que deprisa y corriendo, tienes, que ducharte, plancharte el pelo, plancharte la ropa (menos mal que esto lo tenía hecho), comer algo para no ir a la entrevista con demasiada hambre, y maquillarte, salir para la entrevista con el tiempo justo, justo.
Me equivoco al elegir la combinación de metro, llego justo a mi hora, y... tras encontrar la dirección sin ningún tipo de dificultad, me encuentro que no localizo la puerta.
Doy una vuelta por aquí, otra por allá, nada, el edificio no tiene portal.
Me mosqueo, valoro la opción de haberme vuelto loca ya ¡por fin! veo unos policías, les debería preguntar a ellos dónde está la entrada del edificio. Pero me da miedo, a ver si según la "Ley Mordaza" va a estar prohibido pedir ayuda a la policía. Así, que me cargo de valor y me atrevo a preguntar a un chico que está haciendo socios para ong´s. Me indica la entrada, pero me dice que me tengo que hacer socia de su ong. Entonces explico que tengo mucha prisa, y salgo corriendo hacia donde estaba la entrada.
Entro, ¡Por fin! Un edificio súper moderno, muy bonito, grande, espacioso, con altos techos, todo de cristal... e intento subir en ascensor. Me gusta entrar en los ascensores, sola, antes de una entrevista de trabajo, a comprobar que tengo el maquillaje bien, el pelo, más o menos, y que no me ha muerto ningún mosquito en la cara.
Y... la modernidad me la vuelve a jugar. Por ningún sitio hay algo parecido a una botonera para marcar el piso. El ascensor se empieza a mover. Y pienso que nada, que tarde o temprano se parara en la planta a la que voy. De pronto veo una pantalla táctil, por la que van apareciendo números, y cuando veo el piso al que voy, me lanzo rauda y veloz, a pulsar el botón.
¡Funciona! vaya, creo que entrar en el edificio, y conseguir subir en el ascensor, forma parte del proceso de selección.
Luego, la entrevista se alarga, se alarga, se alarga. Con una chica que debía tener muchas ganas de darme el puesto, pues parecía ella más interesada que yo. Se agradece.
Llama a una supervisora para que me conozca, eso me hace sonreír más todavía, me llena de felicidad. Entonces, cuando ya me están sonando las tripas de hambre, y me estoy temiendo que lo están oyendo... ¡Me ponen un examen de inglés! Pero no mujer no, esto antes.
Así, que nada, a estudiar inglés, que últimamente, me está cerrando muchas puertas, más que abrírmelas.

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