jueves, 3 de enero de 2013

BUSCANDO VOCACIÓN

            Escribo en Word, esa estupenda herramienta que me ha llevado más de una vez a dudar de la ortografía de una palabra; escribirla en un folio y mirarla atentamente; sorprendida, pues no se subrayaba en rojo.
            El caso es que hoy querría hablar de la “bocación”, y me da directamente que no se escribe así, así que escribo: boca, y está bien, boca no es con “v”, por lo tanto ¿Por qué va a ser vocación con “V”? será por que no deriva de “llevarse algo a la boca”.

            Por lo menos nunca estuve confundida en este aspecto cuando buscaba mi vocación.

            Cuando tenía 15 años, más o menos, tenía que decidir si ciencias o letras, y me desesperaba esta decisión, no paraba de repetir que era muy joven para tomar esta decisión que determinaría toda mi vida. Por entonces no era consciente de lo rápido que pasa después el tiempo.
            Decidí no dedicarme a la ciencia, tuve clara la decisión. Por una serie de motivos.
            Tengo  un hermano más mayor, que ya intentaba el hombre hacía unos años ser científico, en concreto se dedicaba a ir a la facultad de Ciencias Químicas, a hacer qué, es lo que después de pasar yo por la universidad no tengo tan claro. El caso es que yo por entonces quería mucho a mi hermano, superada la fase de quitarnos los juguetes, todo se había suavizado mucho, pero además su conocimiento de nombres de bares, pubs, zonas para salir… me facilitaba un poco las relaciones sociales en el instituto (por entonces se podía beber legalmente a los 16).
            Bueno, el caso es que mi pobre hermano tiene una terrorífica (y no exagero) alergia a los gatos, esto es interesante saberlo para las personas que dan tanta importancia a que algo sea natural para que beneficie su salud. El susodicho puede pasar horas manipulando sustancias de esas cuyos nombres son difíciles de deletrear e imposibles de pronunciar,  lo que llamamos “químicos” pero si se le acerca un gato mucho rato (lo que llamamos “natural”), ni me atrevo a pensar que podría pasar.
            Así que el pobre hombre nunca pudo ver el dilema del gato, el veneno y la partícula (parece el libro ese…. ese que luego hicieron una película…) pues sólo de leer gato ya no podía seguir, y sin ninguna duda, ni saltándose todas las leyes de respeto a los animales, podría haber visto el experimento, por que el agente venenoso, en la ecuación: mi hermano, veneno, partícula atómica y gato. El que sale peor parado es el químico, pues su veneno es el propio gato. De esta manera tomé la decisión de no ser científica, me parecía una falta de respeto abusar de mi esquinazo genético a la alergia para superar a mi hermano.
            Así que hice lo que hacemos los que no viéndolo muy claro, todos los que han intentado explicarnos algo de ciencias si lo ven. Hice letras mixtas, para intentar no sumirme en el complejo mundo del latín.
            Por entonces, contándoselo a más o menos gente yo quería ser escritora. ¡Qué bonito! Efectivamente la palabra vocación, no viene de “llevarse algo a la boca”.
            Así que con 18 años, ya pasada la selectividad y un año que pasé por una carrera… empecé filosofía, que yo quería ser una buena escritora, no de esas que escriben un blog, je, je. Pero debí dejarlo, era total y absolutamente obligatorio que no siguiera en esa carrera, me faltaba algo fundamental para estar allí, no era capaz de decir: “no gracias, ya estuve de fiesta el lunes y el martes, teniendo en cuenta que es miércoles, me reservaré por lo menos hasta el viernes”.
            Debía retomar mi vida académica, y frente a la instancia de inscripción en la universidad decidí: “voy a apuntarme a algo que me pueda abrir más puertas profesionales que la literatura” y puse, y ahora es cuando el lector convendrá conmigo que no soy muy lista: Trabajo Social.
            No sé, yo de verdad es que a veces entiendo porque este país no va muy bien, porque realmente cuando me comparo con los demás tampoco soy tan tonta. ¿Cómo se me ocurre? La gente… como nadie me obligó a notar lo absurdo de la conclusión: “como la literatura es un mundo complicado en el que es difícil ganarse la vida me voy a hacer trabajadora social”. Es que la frase rechina, de hecho el Word la puso entera subrayada de rojo.
            Pero claro, es que dentro de mi cerebro viven mis pajaritos de historias revolucionarias, que en el inconsciente de algunos adolescentes sustituyen al llegar a cierta edad a los cuentos de hadas, y por la oreja tenía a mi padre diciéndome que debía buscar una profesión útil que no me dejara a merced de los cambios del mercado y que me garantizara tener siempre para comer. Claro, si seguía este consejo sólo podría acabar cultivando patatas y cuidando gallinas en la parcela del pueblo.

3 comentarios:

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  3. Me ha encantado tu historia
    Voy a contar mi experiencia personal. Yo escogí como Vocación: Psicología clínica, pero, ¿ Qué pasó? Que al terminar la carrera, me dí cuenta de lo largo que hubiese sido el camino para mi, si hubiese optado por ser terapeuta. Para hacer terapia, hay que hacer master, formarse para luego tener que abrirte un despacho propio y estar toda la vida buscando clientes- Decidí entonces ser Orientadora laboral, un trabajo que me ha dado de comer durante cerca de 9 años.Cuando yo terminé de estudiar, la orientación laboral estaba en auge y era una especie de cajón desastre en el que tenían cabida todo tipo de profesionales( abogados,sociólogos, psicólogos, pedagogos, trabajadores sociales etc...)con formación complementaria en Recursos Humanos y empleo-. Total que me hice un curso del inem de 350 horas de técnico de empleo, y antes de terminarlo, encontré mi primer trabajo( en corporaciones locales).Era la época en la que no había crisis, había subvenciones, y los centros de empleo aún funcionaban. Fuí enganchando un contrato con otro durante 9 años, incluso estuve a punto de que me hicieran indefinida en uno de mis trabajos. Sin embargo, llegó la crisis,las subvenciones en materia de empleo dejaron de existir,y con ello, muchos orientadores,acabamos en el paro.
    Ahora, no me ha quedado otra que reubicarme profesionalmente analizando mi perfil, e intentando adaptarme a las circunstancias del mercado. Gracias a los idiomas, he metido cabeza en el sector turismo-. No es el trabajo de mi vida, horarios cambiantes, hacer caja, etc...pero al menos, he podido meter cabeza en algo-

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