domingo, 27 de enero de 2013

BUSCANDO SANTO

            Nunca he sido muy amiga de esas cosas, pero los meses pasan y yo sigo sin conseguir un buen trabajo. Así que la desesperación me llevó por un camino angosto y desagradable, la comparación con los demás.
            Fui mirando a las personas que conocía habían obtenido mejor empleo que yo, que si uno era licenciado en derecho, otro licenciado en derecho, otra licenciada en derecho… y yo pensé, pues menos mal que me dijo el orientador del colegio que era una carrera sin salidas, y es que está visto, mi vida es un continuo suceder de decisiones mal  tomadas. También me fijé que quedaba notablemente mal en mi C.V. mi alta inestabilidad laboral previa a la crisis, y es que a mí como a tantos el trabajo precario siempre me ha sacudido. Bueno, por lo menos yo no me tengo que acostumbrar.
            El caso es que me fijé en otro tipo de afortunado, los creyentes, parece como que aquellos que se encomiendan a los santos tienen más suerte. Así que como ya estoy cerca de calificar como milagro que yo encuentre trabajo decidí informarme sobre los santos y sus habilidades.
            Primero miré a ver si en alguna de las páginas que frecuento para buscar trabajo aparece alguna recomendación. Como no vi ninguna, aunque sí alguna empresa con nombre de santo que busca personal (me apunté, por si acaso), me aventuré a entrar en buscadores estándar a la búsqueda de mi divinidad.
            Encontré a San Pancracio, es un hombre que yo por lo menos recuerdo de mi infancia, le veía por todas partes (mi infancia transcurrió en los 80´). Bien, pues nada, fui a informarme como va esto de solicitar milagros, si le tengo que mandar alguna carta al Vaticano o si en la iglesia de mi barrio tienen algún formulario estándar, de estos que da la administración y que me lo dieran, por su puesto, con sello de entrada, no sea que San Pancracio vaya como el INEM por lista de espera y cuanta más antigüedad mejor.
            En estos casos siempre tener un recibí por si hay que reclamar, impugnar o interponer algún recurso.
            Antes de aventurarme a ir a mi Iglesia (a la de mi barrio, pues eso va como las Juntas Municipales o los ayuntamientos ¿no? Te toca una según tu código postal). Hablé con una familiar que tengo me consta va a misa pues conoce a la hermana, que es prima y muy amiga de una vecina mía por eso, por ir a misa. Me explicó muy amablemente que no debía ir al cura de la parroquia a pedir ningún documento, pero resultó que no era un trámite gratuito, debía comprar un Santo físico, me indicó una tienda cerca de la Plaza Mayor, ponerle una vela (roja, un cirio, pero se puede comprar en las tiendas de todo a 100), y siempre tenerle con perejil fresco. Esto está bien, pues el perejil lo regalan, está bien que sea así, si estás parado no tienes precisamente para tirarlo.
            El caso es que  ¿el San Pancracio se puede comprar por Amazon? Bueno un día que vaya por el centro lo compraré no vaya  a ser que si lo adquiero en un sitio no autorizado y por no estar homologado, me echen la petición para atrás. Cuando haces una operación de este tipo si no te dan recibí con registro de entrada se debe tener mucho cuidado.
            Bueno, ya he puesto el santo y le he puesto el perejil para que se obre el milagro. La vela la he puesto con mucho cuidado y dentro de una ensaladera de cristal, no vaya a ser que por pedir trabajo me quede sin casa, que entonces si que el banco no me aceptaría la dación en pago.
            Pero todo esto me ha hecho pensar: ¿Para cuándo un Santo del dinero fácil? ¿Para cuándo uno de los hipotecados?

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